La toma de conciencia es, por encima de todo, un despertar. Es abrir lo ojos desde el interior para hacer consciente lo inconsciente y así poder dar el paso e iniciar toda una necesitada revolución personal. 

Son muchos los filósofos y sociólogos que definen la sociedad actual como una entidad dormida. Vivimos centrados en nuestro “yo”, pero es un yo que otros se han encargado de “narcotizar” a través de los hilos del consumismo. Un interés ajeno que ha explotado esa eterna insatisfacción, por la que siempre ansiamos alcanzar mucho más de lo que ya tenemos.

Tal vez seamos una sociedad tipo “Matrix”, sumidos siempre en un estado de indefinible apatía. Una atmósfera interior en la que saciamos vacíos emocionales mediante el placer comida, en la que aliviamos soledades con relaciones efímeras o donde nos limitamos a evadirnos el aburrimiento mediante la catarsis momentánea de nuestros juegos del móvil o el ordenador. Tal vez.

La toma de conciencia, paso necesario en nuestro crecimiento personal

En psicoterapia, uno de los aspectos primordiales en el proceso de curación es conseguir que la persona tome conciencia de los auténticos problemas que generan su malestar. Cuando uno llega a la consulta de un psicólogo tiene, por lo general, muy claros los focos “externos” de su malestar, de su infelicidad (mi pareja no me entiende, mis padres me agobian, mi jefe me infravalora, no tengo trabajo y la sociedad parece haberse olvidado de mi…).

Se requiere tiempo para alcanzar eso que la Terapia Gestalt define como “awaress”, (darse cuenta de algo) o que incluso la cultura nipona traduce como “satori”, un proceso de comprensión profunda que requiere ir quitando capas y viejos eslabones oxidados para sortear todos los bloqueos que impiden que emerja nuestro auténtico ser, nuestra esencia aún dormida.

Se trata de un viaje interior muy similar al que definió Platón en el mito de la caverna. Es pasar de ese universo de la sensaciones, los autoengaños y las sombras a una esfera mucho más elevada, libre y auténtica.

No se trata solo de hacer consciente lo inconsciente, sino darle una nueva construcción. Por ejemplo, yo puedo tomar conciencia de una de mis limitaciones: mi incapacidad de poner límites o de decir “NO”.

Este proceso de toma conciencia puede parecer sencillo, solo lo es en apariencia. Requiere por encima de todo ser sinceros con nosotros mismos en todo momento.

Enfréntate a ti. Nosotros mismos somos nuestros peores enemigos, así que no servirá de nada tomar conciencia de tus debilidades si no te atreves a transformarlas en fortalezas. Sé responsable, aúna valentía y sánate: ejerce el cambio.

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Psicóloga Transpersonal, Experta en liberación emocional, Bioneuroemocion y Terapia Humanista- Sistémica

El poder del cambio está en TI, estás a un paso de la Vida que Mereces.

Seguimos Sanando.

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