Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido miedo.
Quién no a sentido miedo al fracaso, miedo a la soledad, miedo a la muerte, miedo a la carencia económica, miedo a no ser reconocidos, miedo por el futuro de nuestros hijos.
Es importante reconocer de dónde surgen y cómo puedo enfrentar esos miedos porque, muchas veces, ellos pueden tomar el mando en mi vida hasta el punto de paralizarme o de hacerme vivir experiencias que no deseo vivir. Es más, me pueden llegar a impedir vivir diversas experiencias por miedo al riesgo o porque siento el juicio externo del otro; por ejemplo, estudiar algo que me gusta, emprender un proyecto o, incluso, expresarme y ser yo en mi autenticidad. Me refiero a reír, gritar, enojarme, poner límites, pues el miedo me llevará a una vida basada en la perfección.
Pero, ¿de dónde surgen los miedos? Los miedos surgen en nuestra niñez, a partir de todos los juicios, comparaciones, sobre exigencia, culpas, abandonos, sanciones y castigos que tuvimos y que nosotros no comprendíamos. Por ejemplo, de niños queremos sentirnos libres y salir a jugar; si algún día yo no cumplí con mis deberes escolares y en ese momento fui duramente reprendido, culpabilizado y me lanzaron el juicio de que no era responsable, a partir de ese momento, voy a sentir miedo si no me muestro responsable porque pienso que mis padres no me van a amar.
Por eso, de adulto voy a ser una persona muy estricta y rígida con el cumplimiento, ya que en mi inconsciente quedó grabado ese juicio que me hicieron de niño. Por lo tanto, voy a reproducirlo de adulto pensando que si no soy extremadamente cumplido no me van a aceptar.
Debemos ser conscientes de que nuestra mente va a traer esas experiencias del pasado y nos bloqueará en el presente. Justamente, eso es lo que no debemos permitir, pues el miedo nos llevará a vivir en el pasado (depresión y culpa) o en el futuro (ansiedad), a través del predominio de pensamientos negativos y catastróficos.
Por eso, debemos enfrentarlo, detenerlo y decirle: “¡basta!, a partir de este momento, voy a vivir mi presente y voy de dejar de identificarme con él”. Así dejarás de vivir una vida sumida en el victimismo y la queja.
Sanar los miedos
Para superar los miedos te sugiero:
- Hacer consciente el miedo y enfrentarlo. Por ejemplo, temes hablar en público por alguna memoria del pasado. Frente a este miedo, te vas a visualizar dictando una charla, de una forma tranquila, empoderada, sin pensar en el qué dirán, siempre con pensamiento positivo. Recuerda que si te hablas negativamente (ejemplo: “me voy a equivocar, no soy capaz”), de lo contrario, le das el poder al miedo. Hazlo y enfréntalo.
- Reconocer que el miedo paraliza. Por ejemplo, tengo mucho miedo de renunciar al trabajo en el que no me siento cómodo. Como consecuencia, asumo una actitud sumisa y permitiré que mis jefes y compañeros pasen por encima de mi. En últimas, me estoy autoengañando. De esta forma, no voy a evolucionar, no voy a trascender en mi amor propio y no voy a dar ningún paso hacia una vida plena y feliz.
- Reconocer que el miedo se expresa a través de tu cuerpo. Por ejemplo, puede generar impulsividad, agresividad, ansiedad, ataques de pánico, desmayos, úlceras y dolores. Cuando surgen estas expresiones, de manera inconsciente, lo estoy enlazando con una experiencia de pasado. Nada de esto se asocia a lo que realmente sucede en tu presente. Por ejemplo, si de niño en mi primer día de colegio me sentí solo, amenazado y abandonado dado que mis padres no me explicaron nada del ingreso al colegio; solo me llevaron y dejaron a la entrada, entonces, ese registro se guarda en mi inconsciente y cuando tenga una experiencia similar como el ingreso a la universidad o un trabajo nuevo, seguramente, voy a sentir ansiedad y dolor de cabeza, pues la mente programada o inconsciente no entiende de lógicas sino de asociaciones; en este ejemplo, asocio el primer día de clases con el primer día de trabajo.
- Identificarme con mi verdadero ser, que es el amor. Ya sé que el miedo es una creación de la mente por todas las experiencias vividas en mi niñez; entonces, voy a amarme, a aceptarme tal y como soy y a decirme y a experimentar cosas como las siguientes:
- Elijo vivir en el presente.
- Elijo responsabilizarme de mis carencias, de mis vacíos y de mi interior para sanarlos.
- Elijo actuar y enfrentar los miedos, salir de mi zona de confort, escuchar mi corazón y actuar en mi libertad.
- Elijo no adaptar mi vida al miedo, no vivirla desde la sumisión.
- Elijo cambiar mi realidad, no conectarme con el papel de víctima, sino con el del ser creador y poderoso que soy.
- Elijo vivir la vida que deseo vivir y no la que me toca vivir.
- Elijo visualizarme con mis deseos cumplidos y sentirlos manifestados.
- Elijo consentir a mi “niño interior” todos los días, expresarle mi protección y traerlo al presente.
- Elijo felicitarme cada vez que enfrente el miedo.
- Elijo empezar a creer en mi.
- Elijo abandonar la vergüenza y el miedo al qué dirán.
- Elijo sentir que soy un ser creador de amor.
- Elijo aceptarme tal y como soy sin anteponer la perfección como estilo de vida.
- Elijo sentir que la persona más importante soy yo.
- Elijo vivir en coherencia con mi sentir, pensar y actuar.
- Elijo vivir mi vida en mi autenticidad, sin máscaras
- Elijo no sentir culpa y perdonarme porque en su momento no supe hacerlo mejor.
En la medida que identifiquemos, abracemos y enfrentemos el miedo este se irá debilitando y aflorará nuestra verdadera esencia: el amor.