La terapia EMDR (movimientos oculares) tiene un fin muy concreto: reducir el efecto de las experiencias traumáticas. Estamos sin duda ante un novedoso modelo psicológico que atenúa el impacto de las emociones negativas mediante estimulación bilateral, es decir, a través del movimiento de los ojos, determinados sonidos o con estímulos kinestésicos, como el tapping.
Cabe decir que es una terapia relativamente nueva, y que a pesar de no haber causado el impacto que en un principio se esperaba, cada vez son más los terapeutas que se animan a utilizarla.
El objetivo de EMDR es procesar las experiencias pasadas y resolver las emociones asociadas. Los pensamientos y sentimientos negativos que ya no son útiles se reemplazan por pensamientos y sentimientos positivos para fomentar así un comportamiento más saludable.
Objetivos de la terapia EMDR
La finalidad de la terapia EMDR o desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares es múltiple. Por un lado, busca identificar el problema específico que sufre el paciente. A partir de aquí, el terapeuta entrenado en esta serie de técnicas, le ayudará a procesar esas experiencias traumáticas para disminuir y resolver las emociones asociadas a esos hechos.
Los pensamientos y sentimientos negativos se reemplazarán por otros más integradores. El objetivo, en esencia, es ayudar a cada persona a manejar mucho mejor sus propias realidades internas para poder dar forma comportamientos más saludables.
Ahora bien, cabe decir que la terapia EMDR no se orienta en exclusiva a tratar hechos traumáticos (agresiones, pérdidas, efectos de las guerras, etc.). En los últimos años está mostrando una efectividad notable en diversas áreas. Son las siguientes:
- Trastornos de ansiedad
- Fobias
- Crisis de angustia
- Trastornos de alimentación
- Adicciones
La técnica del EMDR tiene por tanto un propósito muy claro. Centrarse en cada paciente de forma particular para hallar ese mecanismo de curación inherente a cada persona por el cual, mediar en su recuperación. No todos los casos son iguales y no todos reaccionan a las mismas técnicas.
Así, una vez se identifica la estrategia más adecuada en cada caso, se procede a establecer un sistema de estimulación sensorial que le permita al cerebro poder procesar esas emociones y pensamientos adversos. Veamos no obstante con mayor detenimiento cómo se lleva a cabo esta técnica.
¿En qué consiste la terapia EMDR?
La terapia EMDR puede ir desde tres sesiones, hasta un tratamiento de doce meses. Todo depende de la incidencia del trauma, la fobia o el trastorno psicológico que padezca el paciente.
Asimismo, algo en lo que se basa este tipo de enfoque es en el correcto entrenamiento del terapeuta en este tipo de técnica. Porque no estamos hablando únicamente de una persona que mueve los dedos para que el paciente siga con los ojos ese movimiento.
Fases de la intervención
- Historia personal y planificación del tratamiento.
- Preparación. Se busca establecer confianza con el paciente y explicarle en qué va a consistir el tratamiento.
- Evaluación. Se identifican las emociones y sentimientos negativos.
- Desensibilización ⇔ técnica del movimiento ocular.
- Instalación. Momento en que deben reemplazarse los pensamientos y emociones negativas por otras más integradoras y positivas.
- Escaneo corporal. Se procede a evaluar si el paciente puede recordar recuerdos del trauma sin experimentar sentimientos negativos.
- Cierre de la sesión y reevaluación.
Técnicas utilizadas en el tratamiento
El EMDR en realidad toma prestados varios modelos, enfoques y técnicas para erigir su tratamiento. En su tejido psicoterapéutico se integra desde la psicología cognitiva, la humanista, la conductual y el procesamiento bioinformacional. Ahora bien, lo más característico sin duda es la estimulación bilateral, la cual se centra en diferentes focos:
- Visual: el terapeuta mueve un dedo ante el paciente para que este lo siga con los ojos. Se dice que estos movimientos oculares rápidos aflojan “nudos” en la memoria donde se concentran las emociones adversas. Hay quien tiene la teoría de que esta estrategia imita al sueño REM (ya que este ciclo del sueño nos permite también “depurar” experiencias y recuerdos diurnos). Asimismo, otros especulan con el hecho de que la alternancia de atención de la mirada a izquierda y derecha lleva a los hemisferios cerebrales a un mayor equilibrio.
- Auditivo: el terapeuta aplica determinados sonidos en los oídos del paciente para generar calma o un estado emocional concreto.
- Kinestésico (tapping): en este caso, el terapeuta golpetea suavemente las manos o los hombros del paciente. De ese modo, se busca también reducir la tensión y el impacto de las emociones negativas.
Una alternativa terapéutica
Para concluir, es posible que este tipo de intervención terapéutica siga llamando nuestra atención (y alimentando alguna que otra duda). Hay quien la describe como una pseudociencia, y hay también quien echa en falta un poco más de claridad en sus metodología.
No obstante, si hay algo que sabemos es que tiene una gran trascendencia en Estados Unidos y que, según la propia doctora Shapiro, ha ayudado ya a más de dos millones de personas.
El EMDR constituye a día de hoy una alternativa con resultados perdurables en muchos casos y que, por tanto, vale la pena tener en cuenta. Sea como sea, siempre es positivo contar con más recursos para abordar el impacto de los eventos adversos en el ser humano.