El maltrato psicológico de padres a hijos adultos es una realidad. Manipulaciones, chantajes, palabras que duelen e hieren, comentarios que siguen alimentando la misma inseguridad que en la infancia… A veces, con la madurez, los vínculos que hieren no se cortan ni se reparan y siguen dándose las mismas dinámicas, esas que recortan autoestimas e incluso la calidad de la propia vida.

Hay circunstancias que siguen siendo invisibles en nuestra sociedad. El maltrato psicológico tiene muchas formas y recae sobre varios tipos víctimas. Hay ancianos que sufren el maltrato de sus hijos, niños que sufren los efectos de una crianza lesiva y hay también hombres y mujeres que aún habiendo alcanzado la madurez e incluso la independencia del hogar, siguen supeditados al trato agresivo de un padre, de una madre hermanos o familia en general.

 ¿Qué sentido tiene poner ahora sobre la mesa algo que se ha vivido desde que se tiene uso de razón? Hay quien no lo ve factible, quien lo ha asumido y continúa manteniendo trato cotidiano con ese familiar maltratador.

Porque hay algo evidente: maltratador y víctima siempre tienen un vínculo, un lazo que alimenta la dependencia, el miedo y hasta el afecto. Un afecto dañino, es cierto; un amor envenado entre padres e hijos. Sin embargo, estas situaciones se dan con frecuencia, persisten y se cronifican.

Maltrato psicológico de padres a hijos adultos ¿en qué consiste?

Cualquier comportamiento orientado a controlar y subyugar a otro ser humano mediante el uso del miedo, la  manipulación, la humillación, la intimidación, la proyección de la culpa, la coerción, la manipulación, la desaprobación constante. E incluso la sobre protección.

Estas formas de agresión no dejan marca en la piel, pero hieren la integridad psicológica. El impacto sobre una mente infantil, por ejemplo, puede ser devastador. Si además ese tipo de maltrato se mantiene durante décadas, ya podemos imaginar la dimensión de la herida, la alteración sobre aspectos tan básicos como la autoestima la identidad, la seguridad personal, etc.

Esto va a generar un adult@, que atraiga a parejas que repitan la historia de los padres, hermanos o familia…, se mantiene más de lo mismo. Y lo peor que la persona lo naturalizo, aguanta y mantiene su situación desde la indefensión, inseguridad y nula valía y amor propio.

Lo que explica que muchas personas lleguen a la edad adulta con un duro «equipaje» emocional, con un historial de abuso psicológico que deja, en muchos casos, la sombra de un trastorno de estrés postraumático.

Sin embargo, lo más llamativo es que suelen hacer notables esfuerzos por aparentar normalidad. Son muy pocas las personas de su entorno cercano que conocen esos hechos. A veces, ni los amigos más íntimos llegan a saber nunca de ese maltrato, de esas circunstancias que se silencian y queda siempre de puertas para adentro.

Cómo puede soportar alguien esa circunstancia? ¿No es mejor poner distancia y romper para siempre los vínculos con los maltratadores?

La respuesta no es sencilla porque el vínculo entre una víctima y un maltratador es tremendamente complejo. 

A veces, aunque se vivan circunstancias adversas, coaguladas por la angustia, el miedo, la humillación y el desprecio, uno puede seguir queriendo a quien le hace daño. Porque, al fin y a cabo, es tu padre, tu hermn@, o tu madre y cuando no se ha conocido otra cosa, muchos de esos hechos se «normalizan». Y aun peor lo normalizado en tu vida de adult@, y los vínculos presentes.

Así, y mientras esos hij@s adult@s aguantan y se baten en esa ambivalencia que va entre el afecto y el miedo, el amor y el odio, los progenitores maltratadores no cambian solo porque ese hijo sea adulto. 

El menosprecio, la crítica, la humillación y la manipulación emocional les sigue siendo útil para controlar y ejercer el poder.

Así, el maltrato psicológico que continúan aún en edades adultas suele tener las siguientes consecuencias:

  • Relaciones afectivas problemáticas y poco satisfactorias.
  • Baja autoestima, sensación de inutilidad, destrucción del orgullo, la seguridad personal, la motivación…
  • Represión emocional, tendencia a esconder las propias emociones.
  • Episodios de ansiedad, estrés, trastornos del sueño, etc.

¿Qué se puede hacer en estas situaciones?

Si hay algo prioritario es que el hijo adulto sea plenamente consciente de ese maltrato y de la necesidad de afrontar la situación. A menudo, tras estas realidades se esconde la dependencia, tanto la emocional como la económica (son muchos los hijos que no pueden dejar el hogar por problemas laborales).

Asimismo, en ocasiones, aún siendo económicamente independientes el vínculo de maltrato sigue patente, pero de manera soterrada a través de la manipulación, de las críticas ante cada decisión tomada, ante la pareja elegida, etc. Es necesario asumir que esas situaciones no pueden ni deben continuar.

Ante ese hecho solo caben dos opciones: evidenciar la realidad ante los padres maltratadores y cortar definitivamente la relación o distanciar visitas y reducir a lo justo las comunicaciones.

Porque además los niet@s normalmente se podrán ver afectados por estos abuel@s, sientan humillaciones, comparaciones, tratos de favor, rechazos… etc. Y por su puesto por la evidencia y humillaciones que hacen del hij@ delante de sus niet@s, es una cadena que sólo uno puede y debe cortar.

Asimismo, y no menos importante, los hijos de padres maltratadores necesitan ayuda psicológica. Ell@s probablemente también fueron víctimas de estos abusos y silenciaron y naturalizaron este trato, hasta el punto de transcender lo mismo. Son nil@s herid@s que no han sabido hacerlo mejor, pero esto no es tu responsabilidad.

Todas esas décadas de sufrimiento y  humillación dejan una herida profunda que hay que tratar. El objetivo es recuperar la autoestima, la seguridad personal para construir así una vida propia, independiente, madura y feliz.

Porque sino tú podrás ser verdugo de tus hij@s y así de manera indeterminado hasta que alguien consciente frene este sufrimiento tan innecesario.

Hagamos eco de estos adult@s maltaratados, acosados desde temprana edad, que probablemente a día de hoy no solo sean víctima de padres hermanos o familiares, sino de sus parejas y sus propios hij@s y entorno.

Solo tomar consciencia, darle voz y sanar este pasado te hará recuperar tu poder, tus límites, respeto y amor propio. Esos que el niñ@ perdió muy pronto, que no conoció pero que siempre estuvo ahi.

Ya era hora!

Adiós víctima, ahora yo tomo el lugar
Amate❤️

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About Author

Psicóloga Transpersonal, Experta en liberación emocional, Bioneuroemocion y Terapia Humanista- Sistémica

El poder del cambio está en TI, estás a un paso de la Vida que Mereces.

Seguimos Sanando.

1 Comment

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    Noelia says:

    Siento que estoy viviendo mí infancia prolongada, hace 10 años me fui de la casa de mis padres. Tengo 30 soy hija única, mama de tres hijas pequeñas. Tuve una relación de 10 años con su papa, hace poco me engaño con otra mujer, me siento destrozada, tengo pensamientos recurrentes todos los días al respecto, ya llevo meses así. Voy de la casa de mis padres a la mía, y al final eso en vez de hacerme bien me está aniquilando, ayer en una pelea con mis padres me di cuenta de eso. Que no tengo autonomía, que sigo atada a ellos, que no soy adulta, viví mucha violencia en mí niñez, muchísima violencia extrema entre mis padres. Me cuesta ser económicamente independiente. Me siento hundida

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