Buscar culpables solo nos hará perder energía. Es fundamental que nos demos permiso para enfadarnos y aprendamos a perdonarnos. Al sanar nuestras heridas podremos ir por el mundo sin ocultarnos.
Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida conforman nuestras heridas emocionales. Generalmente, nos cuesta afrontar problemas emocionales como separaciones, traiciones, humillaciones, abandonos o injusticias.
Lo cierto es que es probable que muchos de nosotros aún no hayamos cerrado esas heridas emocionales. Nos siguen doliendo e intentemos enmascararlas con el maquillaje de la vida.
No nos percatamos de que solo estamos ignorándolas y que cuanto más esperemos, más se agravarán. Esto es mucho más complicado cuando todavía no nos hemos dado cuenta de que estamos heridos.
La ignorancia sobre las heridas emocionales, unida al miedo a revivir nuestro dolor, no nos permite ser nosotros mismos.Esto nos obliga a interpretar un papel que tenemos poco o nada estudiado y que no nos corresponde.
A continuación te muestro 6 etapas que necesitamos experimentar para sanar nuestras heridas emocionales:
1. Acepta las heridas emocionales como parte de ti
No te tapes los ojos, la herida existe. Puedes reconocerlo o no, pero te aseguro que hacerlo es lo único que te ayudará a seguir adelante. Aceptar una herida significa mirarla, observarla detenidamente y saber que tener situaciones que resolver forma parte de la experiencia del ser humano.
Puede que pienses que vendarle los ojos al sufrimiento es lo mejor que puedes hacer. Pero lo cierto es que eso te hace negarte que no estás bien, lo que hace que la herida se complique con el paso del tiempo.
Debes aceptar y comprender que no somos mejores o peores porque algo nos haga daño. Haberte construido tu coraza es un acto heroico, un acto de amor propio que tiene mucho mérito pero que ya ha cumplido su función. Ya te protegió del ambiente que te originó la herida, por lo que es la hora de dejar ir y avanzar.
2. Aceptar que te haces daño sucumbiendo al temor o al reproche
Si focalizamos nuestra atención en el dolor y en la búsqueda de un culpable o un responsable estaremos perdiendo energía. Conservar nuestra energía emocional es imprescindible para sanar nuestra herida. Intenta perdonarte y perdonar a los demás, pues es la única manera de que consigas pasar página y abrir tu corazón.
Debes entender que la voluntad y la decisión de sobreponernos a nuestras heridas es el primer paso hacia la autocomprensión y el autocuidado. No solo desarrollarás estas cualidades por y para ti, sino también hacia los demás, lo que redundará en un mayor bienestar emocional.
No puedes pretender que los demás cumplan tus expectativas y te saquen del pozo cada vez que te hundes. Es injusto cargar a alguien con esa responsabilidad, que solo nos corresponde a nosotros mismos.
De hecho, son este tipo de comportamientos los que llevan a anular gran parte de nuestras relaciones y de nuestra vida. Y esto nos genera a su vez gran malestar emocional.
3. Date permiso para enfadarte con las personas que alimentaron tu herida
Cuanto más nos dañen y más profundas sean nuestras heridas, más normal y humano resultará culpar y sentir enfado hacia quien nos perjudicó. Date permiso para enfadarte con ellos y perdónate.
Si te fuerzas a no hacerlo, acabarás reprimiendo ese dolor y lo convertirás en odio y en resentimiento. Estos sentimientos son extremadamente perjudiciales para nuestra salud.
Vivir imponiéndonos trampas emocionales es castigarnos y abocarnos a una vida llena de dolor y de insatisfacción. De nuevo, esto ocasionará que enmascares tu verdadero Yo interno y que no seas capaz de abrir tu corazón.
4. Tras la aceptación y el perdón viene la transformación
Absolutamente todas nuestras experiencias nos enseñan algo. Es probable que te cueste aceptarlo, pues nuestro ego es especialista en crear esa barrera de protección que oculta nuestros problemas.
Lo cierto es que nuestro ego suele complicarnos la vida. Sin embargo, son nuestros pensamientos y nuestros comportamientos los que nos la simplifican. Todo cambio requiere de un gran esfuerzo. Es necesario mirar al frente y afrontar que no estamos siendo nosotros mismos y que algo debe cambiar.
5. Observa el mundo con y sin herida
Date tiempo para observar cómo te has apegado a tu herida en todos estos años. Estaba ahí y, aun sin saber cómo, dirigía cada uno de tus movimientos. Deshazte de tus máscaras, no te juzgues y no te critiques. Pon todo de ti a la hora de intentar sanar tu herida en profundidad.
Es posible cambiar de máscara en un mismo día o llevar la misma durante meses o años. Lo ideal es que seas capaz de decirte a ti mismo “Vale, me he colocado esta máscara y la razón ha sido esta. Es hora de quitármela“. Entonces sabrás que estás en el camino correcto y que, en el resto del viaje, tu guía será la inercia que te permita sentirte bien sin ocultarte.
6. Apóyate en tu círculo social
Es probable que pienses que tú puedes con todo y que ya has salido de peores pozos. Sin embargo, no hay motivos por los que debas renunciar al consuelo de un corazón que te escuche pacientemente.
Es evidente que el apoyo que los demás nos brindan puede ser crucial a la hora de superar múltiples obstáculos.
No renuncies a los abrazos y al mundo. Ellos también forman parte de ti, y juntos podéis reconstruir un nuevo hogar en el que vivir sin sufrimiento.